Un adolescente noruego se ha convertido a los 16 años en la figura más carismática del ajedrez y en el reemplazo natural del retirado Kasparov
Ya no puede hablarse de una joven promesa, sino de una figura consagrada. El noruego Magnus Carlsen, de 16 años de edad, asombra por igual a expertos y a profanos con su fenomenal actuación en el torneo de ajedrez de Linares-Morelia, considerado el Wimbledon del ajedrez.
La organización de esta prueba, cuya selecta nómina suele estar restringida a los ocho mejores ases del tablero, decidió este año abrir las puertas a la participación del prodigio noruego, pese a que a comienzos de año “sólo” ostentaba el puesto número 24 del ránking internacional. Fue una iniciativa muy aplaudida, pero pocos se hubieran atrevido a presagiar algo mejor para Carlsen que un lugar en los últimos puestos de la tabla, con una puntuación más o menos honrosa. Su liderato, en el que se instaló desde la primera ronda y que ha mantenido hasta la conclusión de la primera vuelta, ha pillado por sorpresa incluso a los más optimistas, desatando una auténtica carlsenmanía.
Es precisamente lo que necesitaba el ajedrez, un deporte que vive del tirón de las grandes figuras y que se encontraba falto de referentes desde el ocaso de los Fischer, Karpov y Kasparov. Grandes leyendas del “boxeo mental” cuyos logros juveniles se quedan cortos cuando se comparan con los de Carlsen. Pese a iniciarse en al ajedrez relativamente tarde, con ocho años, su fulgurante progresión le llevó a convertirse pronto en un jugador de primera fila, y a los 13 se anotó una victoria ante el campeonísimo Anatoli Karpov. Ni el revuelo mediático que se desató, ni el hecho de tener que medirse en la próxima ronda con “el rey” Kasparov en semifinales, impidió que Carlsen durmiera tranquilamente esa noche durante doce horas. Al día siguiente, le arrancó las tablas al mejor jugador del mundo en la primera partida entre ambos, aunque un error le costó la derrota en la segunda. “¡He jugado como un niño!”, se lamentó, para asombro de una audiencia que opinaba precisamente lo contrario.
Detrás de estos éxitos está la historia de un padre, Henrik Carlsen, que siempre buscó la forma de estimular intelectualmente a sus hijos desde una edad muy temprana y que pronto comprendió que el sistema educativo convencional no supondría más que un lastre para un niño especialmente dotado: a los cinco años se sabía de memoria la extensión, población, la bandera y la capital de todos los países del mundo, por poner un ejemplo de sus aptitudes.
En 2003, Magnus dejó de asistir al colegio y se dedicó plenamente a competir en torneos. Esta decisión desató las críticas de quienes opinaban que sus padres estaban sacrificando su educación en pos de convertirle en una máquina de jugar al ajedrez. Pero nada más lejos de la realidad: “El plan de mis padres siempre había sido tomar un año libre para viajar y enseñarnos el mundo a sus hijos. Así que ese año fue una buena oportunidad para hacerlo”, cuenta Magnus.
Para cumplir ese objetivo, la familia no escatimó sacrificios. Vendieron su segundo coche, metieron todo su equipaje y los libros escolares en el vehículo familiar y pusieron su vivienda en alquiler por un año, para poder costearse los viajes. Así recorrieron todo el continente, en un largo periplo que les llevó de Noruega a Europa de Este, siempre de torneo en torneo y de museo en museo.
“No eché de menos la escuela. No aprendo demasiado durante las clases normales; es más efectivo cuando mis padres me enseñan. Por supuesto entiendo el problema de un profesor que tiene que atender a 30 alumnos, pero para mí es frustrante y me siento poco estimulado por estar la mayor parte del tiempo esperando. Me hace perder la motivación”, explica Carlsen con una madurez pasmosa. Ahora, convertido en una estrella del ajedrez, y habiendo alcanzado una equilibrada formación intelectual y emocional, no cabe sino alabar lo acertado de aquella arriesgada jugada que supuso poner en jaque los convencionalismos educativos.
Noviembre de 1990: Nace Lommedalen, Bærum, un suburbio de Oslo.
Febrero de 2004: Con 13 años, derrota al excampeón mundial Anatoli Karpov en un torneo; al día siguiente, en semifinales, logra las tablas en su primera partida frente a Garry Kasparov, quien ostentaba en ese momento la primera posición del ránking internacional.
Abril de 2004: Consigue el título de Gran Maestro de ajedrez con 13 años, 4 meses y 26 días; el segundo más precoz de la historia.
2004: Ve publicada la primera biografía sobre su vida, “Wonderboy”, escrita por su entrenador y traducida inmediatamente a varios idiomas.
2005: Obtiene su clasificación para la fase final del Campeonato del Mundo; es actualmente el aspirante al titulo más joven en los cinco siglos de historia del ajedrez.
2007: Aunque oficialmente ocupa el 24º puesto del ranking internacional, se le invita excepcionalmente a tomar parte en el torneo de Linares-Morelia, reservado por lo general a los 8 mejores ajedrecistas del mundo. Magnus sorprende liderando la prueba al término de la primera vuelta